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Cuando algún extranjero piensa en Madrid y en España, varias imágenes llegan a su mente de inmediato: flamenco, vino, tapas. Igualmente, entre las actividades obligadas para cualquier turista, está el recorrido por la Plaza Mayor, la visita al Bernabéu y una buena noche de tapas. Pero… tapas… ta-pas… t-a-p-a-s… tapas. ¿De dónde viene esa palabra? ¿Por qué las tapas se llaman tapas?

La historia se divide en dos partes. Primero remontémonos a los años 1200 para entender por qué se sirve comida siempre que se pide algo de beber. Se cuenta que Alfonso X, “el Sabio”, sufría una enfermedad que le provocaba terribles padecimientos. Su médico le aconsejó comer siempre que tomara alcohol y, sorpresivamente, con ese remedio el monarca mejoró notoriamente. Por ello, mandó que en todo el reino cada bebida fuera servida con algo de comer.

Vamos por la segunda parte de la historia. Se dice que mucho tiempo después, ya en los años 1900, el rey Alfonso XIII pasaba por Cádiz y se detuvo a tomar una copa de vino. Sin embargo, soplaba un fuerte viento que hizo temer al camarero que lo atendía que algo pudiera entrar en su copa, así que decidió taparla con la lonja de jamón que le había llevado como acompañante de la bebida. La comida, pues, se convirtió en tapa.

Desde entonces conocemos con ese nombre a todo aquello que acompañaba una buena bebida, ya sea vino, cerveza o un trago con mayor concentración de alcohol. Así, en estricto sentido, una tapa puede ser un poco de paella, un pincho, aceitunas, patatas fritas, etc., etc., etc. Eso, indudablemente, es lo que hace una noche de tapas tan deliciosa para nosotros los españoles y tan atractiva para cualquier extranjero. Eso de pasar un largo rato bebiendo y comiendo todo lo que puedas de todos los tipos que puedas es una verdadera delicia. Ir de tapas, literalmente, es como ir de tour por Madrid.