¡Hola! Soy Carlos, de nuevo. Esta vez quiero contarte que en mis viajes por otras ciudades, siempre que me encontraba con una estatua me detenía a verla y a leer el nombre del personaje que representaba. Cuando volví a Madrid, me percaté de que no conocía todas las esculturas de mi propia ciudad. Seguramente es algo que les sucede a muchos como a mí, pues las calles nos son tan familiares que no nos detenemos en sus detalles. Por eso, más allá del famosísimo Oso y el Madroño, hay algunas esculturas de las que me gustaría hablarte.
La primera de ellas también está en la Plaza de la Puerta del Sol: la estatua de Carlos III, que también es llamada “Estatua tornillo”. ¿Por qué? Por la simple razón de que la inscripción que se encuentra en su base está a todo lo largo de ésta, así que para leerla completa es necesario dar vueltas alrededor de la escultura. Seguro que quien se encargó de escribir aquella leyenda se ríe en el cielo o donde quiera que esté cada vez que ve a alguien dando vueltas.
Si seguimos bajando en dirección al Palacio Real, llegaremos a la Plaza Mayor, donde encontraremos la estatua maldita de Felipe III. ¿Por qué maldita? Hay toda una leyenda de terror en torno a ella que tiene que ver con cadáveres. Cualquiera que la conoce no vuelve a caminar con tanta tranquilidad por la Plaza Mayor.
El tercer monumento recibe el nombre de “Estatua de los 4 maestros” y se encuentra en la Plaza de Oriente. Se trata, nada menos, que de la estatua ecuestre de Felipe IV. Conocer la historia de su fabricación nos explica por qué es un tanto deforme y es que, como te podrás imaginar por el nombre, fueron varios los artistas que participaron en el proceso.
Seguramente has caminado cientos de veces delante de estas esculturas sin jamás prestarles atención. Yo no lo hice hasta que tomé un tour por la ciudad. Sólo así conocí la historia detrás de la estatua maldita de Felipe III y supe que el mismísimo Galileo Galilei había participado en la fabricación de la estatua de Felipe IV. Por eso hay que explorar Madrid de un extremo a otro y, como siempre te lo recomendaré, hacerlo de la mano de los que realmente saben.